PARANÁ (por Marcelo Androetto, especial para LG Deportiva).- El Presbítero Bartolomé Grella casi, casi que probó ser más confiable que la mismísima Bombonera, en cuanto al césped y el correspondiente drenaje se refiere. Es que el estadio de Patronato se bancó de manera impecable los 250 milímetros de agua que recibió entre la madrugada del domingo y hasta poco antes del inicio del partido.
La incógnita sobre si se jugaría o no se mantuvo de todas formas hasta las 20, cuando el árbitro Fabricio Llobet y sus colaboradores recorrieron el campo. “Están dadas todas las condiciones para que se dispute el partido”, dijo el cordobés y reprodujo de inmediato el club anfitrión en su Twitter oficial.
Sin “lagunas” ni sectores de césped blandos, el partido “pedía jugarse”. No era la “final del mundo” como la de Copa Libertadores, pero sí una de los tantos partidos decisivos que San Martín (y también Patronato) jugarán hasta el cierre de la Superliga con el objetivo de ganar un trofeo igual de importante: el de la permanencia.
Mientras, el pensamiento de todos los entrerrianos pasaba por otras cuestiones, más cruciales. Los centenares de evacuados, los arroyos desbordados y las rutas cortadas que dejó el impiadoso temporal. En Paraná, el Municipio declaró el estado de emergencia pluvial, vial, sanitario y social. Al fin, Llobet pitó el inicio. Todavía quedaba la incertidumbre de esos relámpagos que se dibujaban en el horizonte, que quedaron distantes. Tras el partido volvió a llover en Paraná.